Recuerdo entrar a Twitter sólo para mirar la TL antes de ver alguna película. El titular era la noticia del incendio, en una especie de shock demoré en reaccionar, una vez comprendí estuve pegado a la pantalla toda la noche, al igual que decenas de miles de fanáticos, leíamos cualquier noticia, rumores de nombres, falsas confirmaciones, motivos poco claros, la comunidad triste, esforzándose en ayudar lo posible, donaciones y mensajes, no podíamos hacer más, nadie podía hacer más.
Terminé durmiéndome hasta altas horas de la madrugada porque justo leí el twitt de alguien que mencionaba como los noticieros japoneses recomendaban a sus espectadores descansar. Los siguientes días fue actualizar de forma constante los medios oficiales, pocas ganas tenía de hacer algo más, seguíamos conmocionados. No fue justo, nunca jamás debe repetirse, ese 18 de julio jamás debe repetirse.
Fueron 36 las víctimas, entre jóvenes y curtidos animadores. Durante las semanas posteriores youtubers y bloggers dieron su mensaje, el que más me resonó fue el vídeo de Digibro “The Damage is coming”, tenía razón, tanto talento, sueños y esperanzas no tendrá nunca recuperación. Entre las víctimas esta Yasuhiro Takemoto, director que sigo desde Lucky Star, constante en mi lista de planificados para próximos escritos, un reportaje de su animegrafía que ahora será un homenaje a una brillante y muy injustamente corta carrera.
Mi corazón está y seguirá con las familias de las víctimas del incendio.
Full Metal Panic? Fumoffu (2003)
Yasuhiro Takemoto nace el 5 de abril de 1972, graduado del prestigioso instituto de animación Yoyogi, se une al grupo cuasi fundador de Kyoto Animation, trabajando como animador en las series coproducidas por el estudio. Hasta el año 2003 cuando KyoAni comienza la planificación para su primer gran programa, la secuela de Fullmetal Panic!.
La primera temporada de Fullmetal Panic! tuvo considerable popularidad, convirtiéndose en uno de los emblemas para las series mecha a principios de los 2000, animada por el estudio Gonzo (te seguimos recordando) sentó un formidable precedente sobre las formas de la obra, tanto en animación como en dirección. Fluidas secuencias de batallas entre robots, con efectos de destrucción y peso en sus movimientos, junto a capítulos típicamente estudiantiles, desarrollados alrededor de algún malentendido entre los protagonistas. La dirección era funcional en ambos casos y la animación cumplía sus obligaciones, no es de extrañar que alcanzará la popularidad.
No obstante, el material utilizado para la nueva temporada no sería la continuación directa sino las historias cortas que incluía cada novela. Más centradas en la comedia y en ser un meta comentario de la misma, lo cual vendría perfecto para el novato grupo, sobre todo Takemoto, quien se convertiría en el primer director de una serie plenamente producida por Kyoto Animation.
Fumoffu es una completa coherente locura. No pierde los estribos como Carnival Phantasm con respecto al Nasuverso, sólo se centra lejos de la seriedad de la anterior y posterior temporada, que sí bien contaban de algún que otro episodio de alivio cómico con situaciones absurdas, seguían teniendo una distinguible columna vertebral narrativa. Fumoffu es sólo puro desmadre.
El típico viaje termal con su buen fanservice convertido en una peligrosa incursión militar, un afeminado equipo de Rugby se somete a un entrenamiento espartano o la caída de un clan Yakuza a mano de pandilleros disfrazados de osos de peluche. Sin olvidarnos de los invaluables momentos de comedia romántica, un compendio variopinto y sorprendentemente, conciso.
Takemoto contaba con la referencia visual de la primera temporada, pero para la tonalidad que requería Fumoffu debía arriesgarse, a experimentar, a probar. Por eso no hay una dirección enteramente clara a lo largo de la temporada, se pueden notar similitudes como un manejo rápido de la acción o una quietud en los momentos de mayor significado romántico. Del resto el ritmo asciende y desciende conforme se requiera.
Esta irregularidad calza con la serie, debido a sus diferencias de trama, desarrollo y enfoque, se ajusta para cada situación y no para el «todo» general, logra que cada capítulo tenga el ritmo que necesite. Se deja ver y nos dejamos llevar.
La experimentación es mayormente notable durante los primeros episodios, con ángulos y montajes anormales, conforme fue avanzando se va asentando en cuánto a presentación. Comenzando a utilizar el manejo del espacio que se convertiría en uno de sus más reconocidas características, los montajes rápidos pero entendibles a la par que los lentos y acomparsados.
Fumoffu es una importante experiencia para Yasuhiro y para el fánatico de Fullmetal Panic, que podrá sorprenderse pero no podrá evitar recordarlo con una sonrisa. Especialmente por Bonta-Kun.
Full Metal Panic! The Second Raid (2005)
Ahora sí, la tan esperada escuela de Full Metal Panic, desconozco si la cantidad de capítulos se debió a producción o porque no existía material suficiente, sea como fuere, su duración son 13 episodios. Tal como demostró en Fumoffu, Takemoto comprendió al detalle el ángulo que le dotó Kouichi Chigira a la primera temporada, de dirección cumplidora (aunque bastante criticada en diversos sectores) capaz de mantener el ritmo en sus 2 extremas facetas, con algunos interesantes planos y montajes, logrando manejar la atmosfera, dotándole de credibilidad a qué pasaba y cómo se contaba.
The Second Raid no es el despliegue de creatividad o capacidad visionaria de Takemoto sino una aplicación de lo que se venía haciendo, o mejor, una refinación. Mantiene el enfoque utilizado por Chigira, lograr batallas espectaculares y entendibles intercalado con tranquilas secciones escolares. En cada batalla Takemoto se esfuerza en lograr que el espectador evite perder el hilo de la escaramuza, esto a través de eficaces formas como vincular al piloto con su robot a través de planos/contraplanos, tomar distancia cuando es una secuencia de golpes consecutivos, separar reacción/acción en los golpes de “escala media” porque en caso de ser “gran escala” todo transcurre en el mismo plano, sólo corta a las expresiones de los pilotos.
Los efectos de batalla, sean destellos luminosos de armas o campos de protección, son disminuidos para favorecer al entendimiento de la escaramuza y priorizar las consecuencias y pérdidas del entorno físico, sea destrucción de edificios o incendios. El montaje tampoco rompe el suspenso ni tensión inherentes a cada enfrentamiento, sabe manejar ubicar y posicionar hasta 3 puntos de vista de la misma batalla, ninguno con problemas de comprensión, incluso cuenta con vistosos cortes entre secciones.
En esta temporada a raíz de la poca cantidad de episodios, hay todavía menos tiempo que transcurra explícitamente en la escuela, temáticamente no trata sobre la cotidianidad escolar, en cambio está centrada (igual que toda la temporada) en la relación entre Chidori y Sagara. Los espacios que comparten juntos me son las mejores escenas de toda la serie (entre las 3 temporadas). Takemoto baja de velocidad y permite largos planos donde poco cambia el ángulo con tal de permitir la interacción entre los personajes, los separa espacialmente a través de la edición para así cuando estén juntos tenga todavía más impacto, lo visual siendo la reafirmación de lo narrativo.
Sin olvidarnos de la bien lograda estructura del programa, episodios centrados en Chidori, otros en Sagara, y los que intercalan entre ambos. Los capítulos narrativamente desarrollados alrededor de sólo uno se ven contrastados con el timing, siendo uno particularmente veloz tipo persecución y el otro un retrato sobre dudas y cavilaciones, detalles espaciales o temporales e inclusive aspectos tan sencillos como las inferencias del título.
Todo lo anterior no quiere implicar que The Second Raid es una obra maestra, como adaptación es muy sobresaliente, precisamente por ello no pueden deshacerse de las principales falencias del material original, como villanos caricaturescos y poco relevantes. Conllevando a que sus mejores aspectos volvieran a recaer en el dúo protagónico.
Una importante serie para Takemoto que le permitió adquirir cierto reconocimiento, sirviendo como sólido paso a la consolidación de una prominente posición en la industria.
Lucky Star (2007)
La siguiente serie de KyoAni fue Suzumiya Haruhi liderado por el otro gran talento del estudio, Tatsuya Ishihara. Si bien en la actualidad no goza de su antigua popularidad, en los meses posteriores al estreno fue una obra imbatible, mayormente favorecida por las nacientes redes sociales que la discutían, recomendaban y convirtieron en un fenómeno viral, brindándole al estudio reconocimiento a nivel mundial. Sus otras 2 producciones (Kanon y Air) les dieron la percepción de los de “historias tristes con chicas de grandes ojos”. Sería su próximo anime el que terminaría de convertirlos en los principales abanderados del Slice for Life.
Lucky Star es un manga 4koma publicado en la revista Comptiq´s aunque también se ha publicado en más revistas con el paso de los años. La producción de la adaptación animada terminó a cargo del estudio, teniendo inicialmente como director a Yutaka Yamamoto, mejor conocido como “Yamakan”, sin embargo, después del episodio 4 fue depuesto del cargo bajo el alegato de “no está listo como director” (de aquí surgió una tensa pelea todavía vigente). Por lo tanto, Takemoto asumió las riendas del programa.
Actualmente Lucky Star es un referente histórico crucial para comprender la marcada presencia del Slice for Life durante la pasada década, no es para menos, la serie tuvo un considerable impacto, no al nivel de Haruhi pero si de sentido seguimiento entre los Otakus. Porque si bien su ritmo, bromas y formas rememoran al otro gran programa referencia del género, Azumanga Daioh, la particularidad sobre el estatus Otaku de la protagonista (nuestra gran Konata Izumi) permitieron referencias de múltiples niveles sobre varios animes de la época.
Así mismo confirma lo que luego sería uno de los sellos del estudio, una trabajada producción para dar con las mejores adaptaciones de la industria. Presente desde los primeros 4 episodios y con una creciente evolución a lo largo del programa, hasta alcanzar el mayor estado de refinación (el OVA), el enfoque de convertir los sketches originales en escenas hechas y derechas.
La pausada narración y ambientación son el Takemoto de las escenas más íntimas de The Second Raid. Son pocos los cortes que tiene cada escena, hasta hay bromas que pasan en el mismo plano, así mismo hay otras escenas totalmente distintas, de cortes rápidos y exagerada animación. Suele haber más de lo primero, no obstante, la existencia del segundo es una muestra de la versatilidad del equipo de producción.
En las escenas pausadas es notable la consideración de Takemoto hacia los personajes, meramente con sólo dejarlos ser, permitiéndoles el tiempo y espacio que merecen, logra construir exitosamente el aura de encanto y familiaridad. También es destacable la habilidad para la introducción de personajes, conservarlos e ir mostrando poco a poco sus cambios a través de pequeños detalles encapsulados en cortos diálogos o acciones.
La obra se compone de diversas secciones, un segmento final donde realizan una meta charla sobre el programa (y que cuenta con Akira Kogami, de los mejores personajes del mundo), el variante ending con más referencias a Animes y programas Tokusatsu, que durante la segunda mitad es un espacio dedicado a lo que Minoru Shiraishi se le diera la gana. Un extremadamente variado, y aun así, sólido conjunto.
La bien librada producción indica que el mérito de Yasuhiro no se limita sólo a la mejorada dirección, que tuvo una notable mejora en la administración del tiempo en remembranza de la cotidianidad, es el control que supo ejercer en una serie con un tempranísimo cambio de director que hubiera podido provocar un cataclismo para la producción, en cambio, Takemoto supo manejar y reconducir los recursos de la misma para lograr una obra muy concentrada.
Gracias a todos estos méritos se sigue mencionando a Lucky Star con renuencia como una de las obras más importantes de los últimos 20 años, quedó demostrada la capacidad de liderazgo, control, creatividad y el talento de Takemoto. Yo mismo empecé a fijarme en este director después de que finalice Lucky Star (que se convirtió en una de mis series preferidas).
Suzumiya Haruhi no Shoushitsu (2010)
La secuela de Haruhi llegó en 2009, junto a uno de los eventos más legendarios de esta industria, el agosto infinito, si estoy o no de acuerdo depende de cómo me haya levantado. Takemoto ejerció como co-director junto a Tatsuya, decisión bastante obvia considerando que el timing de Haruhi viene ideal a su estilo, aunque bien tuvo poca participación debido al “evento”.
Lo importante es que serviría como una necesaria introducción para la producción más ambiciosa de KyoAni hasta esa fecha, la película “La Desaparición de Suzumiya Haruhi”. Hasta el día de hoy es la segunda película animada con mayor duración de la historia, 162 minutos siendo 2 horas y 42 minutos. No tan impresionante en términos de acción y espectacularidad, sino por el contrario, en pasividad y cotidianidad.
El trabajo conjunto de los 2 directores refuerza las cualidades con las que ambos cuentan, la construcción de cotidianidad, ósea rutina y sentir general del día a día. La duración se debe al tiempo dedicado para que cada acción tuviera el tiempo necesario para que pudiese suceder, aplicado tanto a los quehaceres más simples como a las cruciales escenas de conflicto entre personajes.
Desconozco cuáles escenas tienen la autoría de algún director, pero en general se puede sentir la marca de ambos durante todo el largometraje, especialmente a Tatsuya durante las mencionadas escenas cruciales donde se requiere una mirada más melodramática. El estilo de Takemoto es el que predomina durante el comienzo, con la mirada nostálgica de una cotidianidad que es aunque no quiere que sea.
La película es maravillosa desde cualquier ángulo narrativo o temático, es un punto de quiebre para el protagonista y una muy importante chica (no quiero hacer spoilers por si da el caso de que aún no la has visto, por favor mira Haruhi). No se podría haber alcanzado sin todo el desarrollo alcanzado en las 2 temporadas previas y por el mismo ambiente que el largometraje dedica vehemente a construir, una realidad co-construida por Takemoto.
La narrativa crece en introspección, abandonando sus formas cotidianas optando por un estilo más metafórico a nivel de dirección y montaje. Mismo tratamiento reciben las escenas melodramáticas, optando por lo que implican las discusiones demostrándolo a través del cómo se cuentan. Esta cooperación entre los 2 mayores talentos de KyoAni para su producción más importante es lo que ha permitido envejecer tan elegantemente, siendo actualmente mayormente considerada (yo entre ellos) como la mejor película del estudio.
A destacar una de sus facetas más interesantes e importantes que tuvo como director, un gusto por la música clásica que terminó reflejándose en su elección de canciones para las bandas sonoras de las series. Para la película él seleccionó piezas de Erik Satie (gymnopedie), una precisa elección para la temática, ideales para encapsular el mar de sentimientos enfrentados de los protagonistas.
Hyouka (2012)
Sin más, Hyouka es el anime mejor dirigido de la década. Adaptación de la serie de novelas “Koten-bu” del escritor Honobu Yonezawa, cuya primera novela es el título homónimo, es uno de los más sólidos ejemplos de una declaración ya mencionada, las mejores adaptaciones de la industria.
El talentoso equipo dirigido por Yasuhiro Takemoto comprende al suspenso e intriga del entorno adolescente de los libros, siendo capaces de animar correspondiendo tanto a la esencia del material original como a su deber de adaptadores, dotándole de identidad propia aquello que están creando. Un proceso impecable capítulo tras capítulo.
Como demostró Takemoto durante la película de Haruhi, se siente cómodo en el género de misterio, es un tipo de historias ideal al ritmo que ha ido refinando. Hyouka como obra “serial” de misterios en una preparatoria, de apariencia sobrenatural o cuanto menos inexplicable que luego caen en la mundanidad, necesita del tiempo y la dedicación para construir una base sobre la cuál divagar e indagar, queda claro que Yasuhiro es capaz de lograrlo, es en la transición entre hipótesis a comprobación donde innova.
La serie es uno de los estandartes más pesados al referirnos a la calidad del estudio en cuánto a sus animaciones todavía a día de hoy. Desde el primer capítulo hay pequeñas escenas/segmentos que sirven como reacciones de Chitanda y Oreki, cuidadosamente animadas, completamente estilizadas respecto a lo que quiera expresar esa reacción, como preciosas flores que rodean a Chitanda u Oreki viéndose ahogado por su alrededor.
Tales desapuntes de animación también son utilizados en el manejo de los misterios, ya sea para realizar una representación visual de aquello que ha pasado o como expresión visual para idear o planificar las posibles soluciones. Son tantas y tan creativas formas, que además cuentan la particularidad de ninguna ser repetida en toda la serie, una de las principales razones tras mi consideración como la mejor dirección de la década, porque ni siquiera hemos profundizado respecto a la estructura y el ritmo.
La serialidad de los misterios no es precisamente episódica, bien pueden ocurrir varios capítulos individuales desarrollados alrededor de una única incógnita (sobre todo durante la segunda parte) pero usualmente el programa toma varios episodios centrados en único misterio, son los más complicados y enrevesados, estos son los que directamente están basados en un libro entero (mientras que los otros son de historias cortas), durante estos “arcos” es donde mejor resalta el cómo está contada.
Cada “gran” misterio le debe su interés no sólo al que está pasando (evidentemente, también es bastante apasionante) sino al grado de ligamiento de los personajes con respecto al mismo, puede ser una prueba para ellos mismos probar su valía, un examen del grado de confianza hacia los demás o la posibilidad de entender mejor a sí mismos, múltiples formas capaces de involucrar al espectador aún más con la trama. Todas estas vías de compromiso pueden ocurrir porque Takemoto durante episodios previos les brinda un espacio para mostrarse, de sugerirse a tener en cuenta, y en el mismo arco siguen contando con momentos individuales completamente independientes del misterio, sólo de ellos.
Evita que la serie se encierre en la dimensión del misterio o en los personajes, siempre procura que sea capaz de una acarrear a la otra, sin necesidad de sobreponerse hasta las escenas cumbres de cada hilo narrativo. Durante los momentos de la revelación del misterio o la evaluación de los personajes respecto al mismo u entre ellos son los sentires de los personajes el que siempre se ve impuesto, narrativa y visualmente, la cámara adoptando ángulos completamente diferentes a los usuales, más violento, rápido y certero, siempre procurando darles cierto tiempo para dotar la distancia entre los personajes (mi resolución preferida es la del segundo “gran misterio”).
Por supuesto, fuera de los momentos más visualmente exigentes, Takemoto continua con su inherente ritmo firme y tranquilo, amplias tomas visuales donde se lucen los artistas de KyoAni, cuidados montajes escolares, conversaciones tranquilas acompañadas de alguna suave melodía, todo el sentir del anime es único porque se siente que ocurre algo de importancia en cada escena, a la par que en los espacios dedicados podemos relajarnos y dejarnos llevar por el ambiente.
Hyouka es un trabajo inequiparable, al punto de quienes usualmente reniegan el género la toman como excepción. El mejor trabajo de Takemoto al ser una superación de todos los postulados y sectores en los que venía desempeñándose, a la vez que sirvió como un paso adelante en el manejo de estructura y la creatividad capaz de alcanzar.
Volveré a escribir sobre la serie, esta vez en su propio reportaje a profundidad, estén atentos (es broma, demorará unos cuántos meses).
Amagi Brillant Park (2014)
KyoAni nunca perdió el contacto con Shoji Gatoh, de hecho, cuenta con una participación como guionista en el mismísimo primer capítulo de Hyouka. Es un autor que siempre participa en las adaptaciones de sus novelas ligeras, y Amagi Brillant Park no es la excepción. Acreditado como guionista de 4 episodios, queda claro que tuvo una participación clave durante la producción, seguramente era muy cercano a Takemoto.
Este trabajo es la “oveja negra” de su animegrafía como director, no por malo o mediocre, de hecho, es un anime bastante especial, aunque bien no sea de la atura de sus hermanos mayores, es completamente opuesto a lo que venía manejando, siendo Fumoffu lo más cercano. Volcado a la comedia, acción y al roce entre personajes.
Un tono reminiscente a la premisa del programa, carnavalesco y festivo, eso sí, involucrado narrativamente con la meta de la obra. En los primeros episodios tenemos las esperadas bromas e imprevistos en una atmósfera donde predomina su típica dirección, de pausas para denotar el estado de abandono del parque, la falta de interés del personal y la misma lucha del protagonista en terminarse de comprometer con su nueva obligación.
Conforme avanza la trama y empiezan a solucionarse los problemas, va entrando en el terreno más primigenio de la dirección de Yasuhiro, con la notable influencia de su compañero Ishihara en el manejo de la acción, el darle un término de espacio medio para que los animadores puedan lucirse. Destacando una de las composiciones más coloridas en la historia del estudio.
En la estructura sólo puede desempeñarse lo mejor posible considerando al poco material a trabajar. Es especialmente notable el uso de planos amplios en picada ya sea para encerrar la amplitud del parque o para encapsular las pequeñas y variadas labores de los empleados.
Muy destacable el manejo del humor, mayormente apoyado en lo visual y de pura interacción entre personajes, siempre logra mantener a la obra en un sentido ameno con el espectador. De aquí estaría la clave y semilla germinadora detrás de su próxima serie.
High Speed!: Free! Starting Days (2015)
La serie Free! vive en un terreno de ambigüedad, estandarte en las defensas tipo el «Fanservice también existe para las mujeres» que lamentablemente ocupa la mayoría del discurso alrededor de la misma, ocasionando que exista tan poca conversación que se empequeñece injustamente al grupo de posibles espectadores. Además es bastante particular a nivel de producción, en su haber figuran 2 directoras (Hiroko Utsumi, Eisaku Kawanami) y 1 director (ya se habrán imaginado cuál) y entre los directores de episodio está hasta Naoko Yamada. De ahí que varios la califiquen como de las series más importantes del estudio (a nivel de rentabilidad).
3 temporadas de 12-13 episodios, con sus correspondientes películas de recapitulación, y una próxima secuela también en formato de película, cuya producción actualmente está detenida. Desconozco las razones de porqué Takemoto termina a cargo del proyecto, de todas formas, le fue confiada esta película, una precuela a la serie.
Se nota que el largometraje no está bajo el mismo enfoque de la serie, tampoco es un cambio completo pero si se siente apartado. La serie es más movida, que podrá contar con momentos de introspección, no obstante, su mejor forma es cuando hay interacción entre los personajes. También hay de este resplandor en la película, y todavía así, el brillo se encuentra en la reflexión de los chicos, en los planos largos y silenciosos, en la puesta del paisaje, en cómo evalúan la interacción que tienen hacia sus entornos.
El ser una precuela le facilitó a Takemoto implementar su estilo, al ser narrativa por antonomasia: reflexiva e intimista, podía utilizar sus habituales formas. Esto no impide que cuándo necesite subir el ritmo ya sea por escena de comedia conjunta, la emoción de una carrera o implantar un tono se vea incapaz, ya sabemos de sobre que cuenta con lo necesario.
Gran mérito de Yasuhiro en llevar el muy competente guión, que cuenta con 4 hilos narrativos, cada uno plenamente desarrollado, en un montaje limpio y claro. Sin problemas de ritmo puede variar entre escenas de club, caseras, interacciones grupales y reflexiones individuales. Por supuesto, los momentos que más requieren de tratado dramático no se queda corto, exhibe sus cualidades por lograr que sean especiales.
Esta precuela es un punto interesante en su carrera, pudo utilizar su experiencia para una franquicia que le era ajena y posiblemente hubiésemos visto esta elección como una evidente señal si hubiera continuado. Un augurio de su interés por expandirse en géneros, en narrativas, o sencillamente por gustos.
Kobayashi-san Chi no Maid Dragon (2017)
Takemoto regresaría al tono de Lucky Star para la adaptación del manga homónimo de Cool-Kyou Shinja. Kobayashi se convirtió en un fenómeno durante la temporada de su estreno, con un crecimiento exponencial de atención conforme fueron transcurridos las semanas y millares de voces rogando por una continuación una vez finalizada (al momento de escrito este artículo, sólo tenemos confirmada la próxima temporada), y en una temporada particularmente complicada considerando la cantidad de títulos similares (Konosuba o Gabriel Doprout).
El secreto tras Kobayashi fue el talento de Yasuhiro para capturar la esencia de la historia de Cool-Kyou y desembocarlo en los correctos cauces, es fácil mirar unos capítulos y notar los múltiples inconvenientes que pueden acarrear sus personajes con espectadores particularmente sensibles. Ciertamente la serie lo utiliza sin temor (gracias KyoAni) pero no gira alrededor de esto, sino sobre la temática de la familia.
He de confesar que, en esta serie, Takemoto me tomó totalmente desprevenido. La estructura era mucho más típica, sus personajes pese a ser queribles, no me llenaban completamente y sólo aparentaba ser una sencilla comedia para pasar el rato, es después de la mitad del programa, una vez son planteadas las problemáticas, cuando estalla con fuerza y se vislumbra el grado de refinamiento que logró el director.
No es que “se pusiera bueno”, no, utilizo el nivel de involucramiento y familiaridad reminiscentes al mejor Lucky Star y Fullmetal Panic, situaciones cotidianas que involucren a los personajes para crear lazos de familiaridad y confianza entre ellos y con el espectador. Una vez ya establecidas puede realizar el abordaje temático porque ya existe una sólida realidad que amenazar, permitiendo crecer a sus personajes. Algo típico, obvio, y aun así, poderosamente efectivo.
La estructura es similar a la de Amagi, la diferencia radica en la mayor importancia de los personajes, sean sus relaciones, creencias y sentimientos, por eso les brinda el tiempo y espacio necesario para que germinen estos vínculos.
El planteamiento visual para estas escenas compartidas vuelve a ser el Lucky Star más típico, cámara en término medio, que brinda espacio los personajes a la vez que les vincula con su entorno, perfecto para una construida ambientación hogareña, pocos cortes, cuidadas animaciones de movimientos comunes, ya sea caminatas o movimiento de manos.
Para los cambios de tono también acomoda el trato a su dirección, si predomina la comedia retoma la edición más rápida para destacar el gag a nivel visual, sobre todo el alto nivel alcanzado por el equipo de animación, ya fuera simples reacciones o una batalla, siempre está en lo más alto de fluidez y espectacularidad.
Y si se requiere de momentos más íntimos para algún momento cumbre en la realización de los personajes, baja de ritmo, acerca el ángulo y prioriza las reacciones que mejor delaten la esencia de ese momento. Todo el tiempo, a cada momento, nunca se pierde la tonalidad ni jovialidad, siempre invita a la tranquilidad de observar la construcción de una familia.
Así mismo las direcciones creativas tomadas como el acertadísimo diseño de personajes, los cambios de estilos durante la comedia, la elección de la paleta de colores, hasta el mismo sonido. Cada elección de Kobayashi se compenetra perfectamente con las demás, una comedia familiar que sube hasta ser uno de sus mejores trabajos, lamentablemente también sería el último.
Yasuhiro Takemoto, el director de la primera serie de KyoAni, padre de varias de las mejores obras no sólo del estudio, de la industria. Reconocido por el poderoso ritmo que impregno en cada programa, por sus animaciones, por la inspiración que representa en docenas de animadores, será recordado eternamente por amigos, familiares y fanáticos. Las obras en las que ha trabajado no se olvidarán, serán vistas, analizadas, estudiadas, y sobre todo, amadas.
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