En la presente temporada hay 6 animes Isekais, resultado de una marcada tendencia en aumento a lo largo de la década, casi en línea recta desde la segunda mitad, y que no parece cercana a declinar durante los próximos años. Casi a diario es noticia la confirmación de una adaptación de alguna novela ligera, se leen los comentarios de emoción y los de desagrado, lo mismo una y otra vez. Ya son varios los que satanizan a esta narrativa tal como lo hicieron con el Slice of Life hace unos cuántos años, la rueda no deja de girar.
Porque el Isekai no es un género sino una forma de contar una historia, una ideal para debutantes, quienes se sientan atascados o los que quieren probar algo nuevo. Enmarcados bajo la misma premisa “reencarnación/teletransporte a un nuevo mundo”, permite al escritor ubicar al protagonista en el mismo punto que el lector, ambos irán aprendiendo a la par, puede desvincular totalmente al protagonista del mundo, ubicándolo en el mismo punto que alguien completamente extranjero, y darle algún objetivo en el cuál centrará su travesía. Es una construcción básica que no requiere de un enrevesado planteamiento, todo dependerá de su talento para aprovechar estas prestaciones.
No quiero dar la idea de que desprecio esta narrativa o que me resulta menor a otras, no, sólo es una narrativa que es más sencilla de utilizar, pero no por ello será inmediatamente efectiva, reitero, depende del talento de autor para aprovechar las formas de la misma. Por ejemplo, puede no desvincular completamente al protagonista del mundo a donde es teletransportado del original (Overlord o ReZero), crear una locación que entremezcle las más extrañas posibilidades (Youjo Senki o No Game no Life), o si quiere, puede burlarse de sus similares (Konosuba).
Es común que se decidan aprovechar la nueva locación para cumplir todas aquellas metas o ejemplificar esas actitudes que no tuvieron en su anterior vida. De los comentarios más frecuentes ante la noticia de una nueva adaptación es “se avecina el mejor Isekai”, y las razones suelen girar alrededor de esta apreciación “un viaje de aceptación y crecimiento”, si las cumple o no ya es acorde al respectivo, más refleja lo que la comunidad más activa del género opina del mismo.
Historias no de poder sino de superación personal, y es una petición muy bonita, ojalá los referidos si fueran tales representaciones. Sin embargo, no soy ningún experto en este género y sólo he visto un puñado de los mismos, no están entre mis narrativas preferidas (aunque tampoco le menosprecio), pero a razón de su popularidad quería dedicar un reportaje, hablando del mismo a través de reseñar dos de los representantes más populares en el último año.
Quiero recomendar los vídeos que Pause and Select está realizando sobre el tema, tiene planificado 5 y han salido 3, son excelentes y de los mejores análisis que encontrarás en la red, (aunque la espera entre uno y otro puede resultar un poco larga).
Los programas seleccionados lo han sido sólo por su popularidad y para poder comentarlos con mis amigos (y por Raphtalia). Reseñas de Tate no Yuusha no Nariagari y Tensei Shitara Slime Datta Ken. La reseña tiene spoilers medios.
El primer fenómeno y polémica del año fue el 10 de enero, el primer capítulo de un isekai de una sociedad matriarcal donde el protagonista terminó en una pésima posición. Atrajo toda una oleada de críticas y comentarios de las más dispares posiciones, que si feminista, machista, facilista, innovador. Lo que si resulta innegable es que, ante todo, sí era un poco diferente de las propuestas más inmediatas del género.
Tate no Yuusha no Nariagari capturó la atención porque no es el típico triunfo inmediato del protagonista en el mundo que fue invocado, por el contrario, si bien cuenta con habilidad y poder que no cuenta la gente común, si está por debajo de sus similares en términos de habilidad física y de la misma proyección que podría llegar a tener, porque aparentemente sus características que le vuelven especial palidecen en comparación a los demás héroes invocados. Sin olvidarnos del desprecio del pueblo y la realeza hacia él.
Así comienza su solitaria aventura, de a poco a poco se irá explorando la geografía del mundo, que también cubrirá la cultura propia de cada localización. Viéndolo desde la distancia, su universo es inmediatamente reminiscente a los similares del género, una fantasía medieval. Castillos, caballeros, reinos, criaturas semihumanas, monstruos marinos y hasta dragones, en la corriente de la imitación de los escenarios en los videojuegos RPG.
Continuado con la última apreciación, el sistema de progresión como la adquisición de experiencia o nuevas habilidades, administración del trabajo en equipo y hasta los secretos, son también adaptación de estructuras similares de varios videojuegos. El uso de estos no es explorado más allá de lo práctico, no obstante, estas interacciones básicas bastan para darle una apariencia robusta y profunda, supongo que adquirirá más importancia durante las futuras temporadas.
El héroe cuenta con una habilidad “prohibida” cuyo origen aún no ha sido relevado, que le permite sortear los límites que le han sido impuestos, sin embargo, cuenta con cierto precio que se reitera mientras más lo utiliza. Sinceramente el concepto y práctica me son válidos, aunque quisiera haber visto una mejor coherencia sobre cómo afectaba el “pago” por haberlo utilizado.
Tal pago es un impedimento para indicarle en que no dependa del mismo, sino que sea capaz de desarrollar una propia fuerza, sin embargo, su “condición” le impide pelear completamente por su cuenta, necesita compañeros, y sobre eso gira el eje temático de Tate. Es bastante simple y claro: La verdadera fuerza radica en el trabajo en equipo.
“Exiliar” a Naofumi sirve para mermar su confianza, y así darle peso por cada vez que logra confiar en una nueva persona, porque demuestra que va cambiando, todo gracias al segundo pilar de la obra: Raphtalia, la esclava que adquiere el protagonista. Le acompaña en su viaje, agradecida por haberle librado de la deplorable condición en que la mantenían. Bien puede carecer de verdadero atractivo o caracterización, pero su figura sirve como el apoyo temático que debería ser, la creencia sobre la importancia de la confianza en utilizarla para combatir junto al otro.
Está presente desde las primeras escaramuzas donde queda sobradamente demostrado la inutilidad de Naofumi si llega a enfrentarse en solitario contra considerables criaturas, ciertamente en el futuro es capaz de lograrlo, no obstante, utilizando la habilidad prohibida y por lo tanto pagando el precio de herir a sus compañeros. Además, su mejorada habilidad puede excusarse en su dedicación por entrenar y descifrar los sistemas bajo los cuáles se estructura el mundo, episodios alejados de la trama principal (y mis momentos preferidos), que bastan para concederle esos méritos.
Conforme van avanzando los episodios nuevas compañeras se van uniendo a su grupo (no en vano, hablamos de todo un protagonista de Isekai), eso sí, todas con cierto trasfondo, participación única en los combates que le va adquiriendo vistosidad a las peleas, creando interesantes técnicas y estrategias grupales, aún si es la primera vez que vemos las mismas. Esto refuerza el mensaje sobre las múltiples ventajas del combate en equipo.
Y finalmente tenemos a los demás héroes, con aparentes mejores habilidades físicas, pero cuyos grupos son más “caudillistas” por lo que carecen del desempeño que si alcanza el grupo de Naofumi, dándole otra exaltación a la expresión temática (el trabajo en grupo), que incluso se llega a especificar explícitamente. Aún no ha quedado abordado o demostrado el avance de esta vertiente, y es comprensible, su momento y lugar son más apropiados a futuro.
En el mundo también está presente el esclavismo, racismo y clasismo, aunque ninguno es lo suficientemente abordado como para considerar que hay una exploración del mismo, en realidad son mayormente caricaturizados a los involucrados, como el líder de la red esclavista, mientras al vendedor sólo se le presenta como a un excéntrico. Si bien se supone que el uso de esta práctica es algo común, nadie similar a Raphtalia tiene una participación con la misma importancia, e inclusive los demás héroes no apoyan que Naofumi hubiera realizado ese tipo de contrato.
Iwatani nunca se posiciona a favor o enteramente en contra, sólo se vale del sistema para suplir una necesidad, si bien a futuro defiende a quienes son víctimas de estas redes, no termina de condenar la existencia de las mismas. El racismo sólo está presente en ciertas secciones y de las formas esperadas, nada que demuestre enteramente la xenofobia, y el clasismo es el previsible.
La transformación de Naofumi si bien es apresurada y un poco absurda, se la concedo porque a fin de cuentas sólo ocurre en el primer episodio, el resto de su desarrollo está centrado en cerrarle esta herida y que recupere la confianza en el otro. Si bien no es de mis protagonistas preferidos, tampoco me desagrada, la evolución centrada en su temática es la acorde. Si quisiera que Rapthalia tuviera algo más de caracterización, aunque nuevamente, es utilizada para ejemplificar como ella también adquiere la fuerza que tanto anhelaba una vez tiene compañía y voluntad, enfoque centrado y sólido, que sólo requiere de un algo más para que termine de brillar.
Así que podría estar refiriéndome a un Isekai suficientemente consistente con lo que es y predica, sino fuera por un inconveniente: Los antagonistas. En el isekai la relación entre objetivo y antagonista suele ser muy estrecha, son varias las obras donde representan lo mismo (como la típica victoria sobre el rey demonio) o que son obstáculo que impide el cumplimiento de este, grupo al cual pertenece Tate.
Naofumi debe superar unas hordas de enemigos llamadas “olas”, cada vez más poderosas, para regresar a su hogar. Razón que al final se olvida porque en últimas, sólo quiere proteger al mundo para defender a sus personas cercanas y queridas. Las olas son en esencia sus adversarios, sin embargo, hay otros 2 enemigos en el programa, la realeza y otra estructura social (espero que la advertencia de spoilers continúe siendo medianamente válida).
Ambas estructuras son contrarios por razones blandengues o aún no explicadas, responsables de entorpecer su travesía y es imposible sentir algo aparte de fastidio por cada una de sus intromisiones, carecen completamente de interés o aliciente. Sus actos son estresantes en vez de inquietantes o amenazantes, y todavía peor, está “el movimiento final” de cada respectivo.
La aparición de la estructura social X se le presenta como un enfrentamiento de alta importancia, pese a que la consciencia sobre el nivel de la amenaza ocurre en el anterior episodio, a punta de razonamientos incoherentes y como agravante, carecen de cualquier expectativa. Y de remate, su presencia en la construcción del mundo es tan intrascendente que una vez depuestos, sólo traduce como en el ahorro de un viaje para el protagonista, sin demostrar más cambios o impactos en el mundo.
Los adversarios correspondientes a la realeza también son planas caricaturas, que dicen tienen un porqué detrás de su actitud, pero aún no ha sido demostrado, así que no pasa de ser una suposición. Su papel sólo sirvió para dar un algo a pasar mientras llegaban las olas, porque carecen de conexión con la temática principal (más allá de la participación inicial) o de la solidez sobre los sectores sociales de este mundo, porque nuevamente, una vez son prescindidos, poco cambia.
Ni siquiera explotan las estructuras bajo las que se rige el mundo (sean sociales o mágicas), más allá del movimiento final. A su forma es sorprendente como un mundo de tanto potencial es así de desperdiciado, destacando únicamente a la temática principal a través del grupo protagónico. Una lástima que carezca de donde más apoyarse (a excepción de la última pareja presentada, poderosa bajo la misma premisa).
Takao Abo es el director, siendo Tate el segundo anime que dirige, convirtiéndose en su mayor responsabilidad hasta la fecha, el anterior fue Norn9: Norn + Nonet (no se preocupen, tampoco lo he visto) para el estudio Kinema Citrus, mismo para el cuál realiza unos storyboards para Made in Abbys. Sabiendo esto, se comprende como KC decidió darle la confianza y conferirle un gran proyecto.
La identidad artística sigue en la línea de la estética ya “asentada” del género, y si bien Abo tampoco brinda un enfoque único, logra resaltarla lo necesario para que mantengamos el interés en el contexto y sus diversas localizaciones. Sobre todo en las secuencias más tranquilas, donde su manejo del ritmo le da ese toque de inocencia y cercanía a la aventura a la que se embarcan. Enfoque que mantiene y mejora en los instantes de solemnidad y retro inspección, sacándole provecho al sector artístico, priorización de escenarios en grandes encuadres.
Mientras que el manejo de la acción es tal como sus similares, eso sí, pueden permitirse más espectáculo porque cuentan con el presupuesto necesario, en las escenas más simples tenemos el acción-reacción, y cuando su exhibe músculo inserta fluidos intercambios en el mismo plano, con efectos de destrucción, cortes para otras fluidas acciones o reacciones, cámara que sabe en dónde ir al primer plano y dónde mostrar la visión general.
Así que queda inferido que el programa si contó con el presupuesto necesario para una obra de su calibre, y tengo pocas quejas al respecto, me agradan los diseños de personaje, no los explotan mucho pero va acorde al tono que apunta la obra. Las secuencias donde más se lucen son vistosas, fluidas y bien enfocadas. Mi única queja es el aumento del uso del CGI conforme avanzaba la trama, cada vez menos pulida, siendo chapucera y que corta a la tensión acumulada (sobre todo en la batalla final).
La música está a cargo de Kevin Penkin quien recientemente ha ganado popularidad por su trabajo en Made in Abbys, si bien su trabajo en Tate no es tan memorable si logra cumplir con las exigencias de cada escena. Desde los momentos de mayor épica hasta los concentrados en la conexión más íntima entre los personajes, incluyendo ser una OST en general variada, con diversos instrumentos y acercamientos.
Ninguno de los dos Openings me resulta un “MUST”, si son vistosos y atractivos, pero no terminan de lograr hacer click conmigo (bueno, esto si es pura opinión), prefiero los Endings por su atmósfera más sobre la tranquilidad del viaje, además de la bonita composición de colores pasteles en escenas cotidianas.
Antes de la conclusión quiero declarar como quiero ver más escenas de Filo, preferiblemente feliz o enojada, que cualquier expresión suya es oro puro e ilumina más la oscuridad del mundo. Esta apreciación es válida tanto a su forma humana como a su forma de ave, ella necesita ser protegida con toda la fuerza de los mares.
Tate no Yuusha no Nariagari no es la innovación que aparentaba ser, más logra escapar de la masa genérica producida y olvidaba en cada temporada, y tiene méritos suficientes para merecerlo. Una temática auténticamente abordada y reforzada narrativamente, una lástima que el camino para la misma podría haberse válido mejor del mundo construido, sin embargo, tengo la esperanza que en las futuras DOS temporadas confirmadas, Naofumi si deberá demostrar que ha aprendido al enfrentarse a villanos a la altura. Entre entonces, el programa ha cumplido a la par que queda debiendo. El héroe del escudo aún debe ganarse el título.
Hace poco más de un año durante la (ya memorable) temporada de otoño de 2018, en medio de esperados regresos de importantes sagas y estudios, fueron 3 adaptaciones las que se llevaron la mayor atención: Goblin Slayer, BunnySenpai y el isekai del Slime. El primero por la (exagerada) polémica de su primer capítulo, el segundo por su similar estructura con otras series (reseña aquí) mientras que el Isekai ganó el cambiante estatus de “este no es como los demás”.
Desde ahí estuvo en mi radar, sí bien la tenía mentalmente presente desde el mismo anuncio porque me hacía gracia la parte del slime (“me pregunto cómo lo harán OP”) fueron los continuos comentarios que leía semana a semana los que me terminaron convenciendo. Y bastante contento de que así hubiera sido.
Esta vez no el culpable no es un tractor, sino un asesinato. Por una serie de requisitos y una casualidad (al menos aún no explicada) el protagonista reencarna como Slime en un mundo que le es desconocido. Comenzando sus emocionantes aventuras.
Desde la sinopsis se nota que la historia abraza al completo las facilidades del Isekai e inclusive ubica al protagonista en una zona alejada en ese mismo nuevo mundo, permitiendo que su introducción sea más fácil al ubicarlo como extranjero. Eso sí aprovechándose de aspectos relacionados a los primeros contactos con el entorno, donde aparece en una zona conveniente, forma una relación conveniente y logra aprender nuevas habilidades por su cuenta.
Debido al crecimiento inicial cuenta con el poder suficiente para ser capaz de valerse por sí mismo, conforme resuelve al primer inconveniente logra ganar más poder, que le permite superar al siguiente obstáculo, ganando más poder, y así consecutivamente.
Podrá parecer un enfoque bastante simple y común en los Isekais, aunque hay que considerar que es la misma esencia del Shonen, por obvias razones. El factor crucial está en como utilizan los tiempos entre “subida a subida” y que tanta lógica o coherencia hay en ellas. Los tiempos de espera son cortos, llegándose a contar 5 “subidas” en una serie de 24 episodios por lo que es inevitable no ver una estructura de repetición rápidamente abusada, afortunadamente cuenta con 2 salvavidas, un sólido sentido del progreso y los personajes.
El progreso ocurre en cualquier historia, la forma en que la manifiestan es la particularidad. En los Shonen es frecuente plasmarlo en el aumento de la fuerza o mejora de las habilidades del protagonista, mientras que en los Isekais ha incrementado la tendencia sobre el héroe ganando una posición más prominente y mejor posicionada, cercana a un Dios (también sucede en los Shonen pero sin tanto carácter divino). Bueno, Tensei shitara Slime Datta Ken fusiona ambos conceptos.
Sé que en sí parece que la mayoría de los Isekai también utilizan esta mezcla, lo especial es sobre cómo la manifestación principal de progreso no está en Rimuru, el protagonista, puesto que durante la mayor parte del tiempo sólo ejerce su labor de líder en forma de Slime o humana, exhibiendo una porción de sus poderes durante los enfrentamientos. El progreso es el sentido más literal de ese juicio en nuestra vida cotidiana, en el crecimiento de las ciudades.
Hasta la fecha no había visto ningún programa (al menos Isekai) que ha abordado el nacimiento de una nación, por supuesto que es sobresimplificado en una multitud de aspectos, pero sigue ahí, adquiriendo la relevancia sobre cómo se va formando el país de los monstruos. Desde el aspecto visual de casas organizadas, que van mejorando conforme nuevos personajes se integran al país. La existencia de carreteras, alcantarillados y hasta una plaza, todo aporta a la solidificación del mencionado progreso.
Las relaciones que van oficializando con los reinos del alrededor logran que su relevancia no sea aparente sino creíble, justo lo que faltaba para considerarla como todo un estado. Un ejemplo del crecimiento del desarrollo de la nación, es el cuarto de Rimuru, en comienzo una choza y al finalizar un templo japonés con su propio baño termal. Lo mismo podemos observar en la sala general, la herrería y por supuesto, la ciudad.
Tensei shitara Slime Datta Ken tiene una evolución sobre cómo Rimuru cada vez se vuelve más OP, lo especial es manifestarlo a través del fortalecimiento y poderío de la ciudad. Siendo que cada salto respecto al desarrollo se vio precedido por la mejora en las características del protagonista o la introducción de nuevos personajes, cuyos conocimientos se pusieron a servicio de la nación.
Evidentemente una ciudad sólo se puede considerar tal porque tiene habitantes que la ocupen y he aquí mi elemento preferido de la obra, los encantadores personajes. Si bien Rimuru es un protagonista algo absurdamente (o mejor, afortunadamente) OP, pertenece al sector de los héroes puros de corazón y que piensan en lo mejor para la comunidad. Al comienzo carece de objetivos o una búsqueda primordial, mientras transcurre la historia va adoptando unas metas como propias y por ahora, son su única misión.
No tiene algo que quiera lograr para sí mismo, es capaz de apiadarse de los peores villanos además es poderoso e inteligente ¿Dónde está su atractivo? Pues en eso. Poco vimos antes de su reencarnación aparte de que sólo era un típico asalariado japonés (con cierto conocimiento en construcción lo que intervino en el diseño de la ciudad), por lo que aprendemos acerca de su personalidad a partir desde que es convertido en un Slime, así no hay conflicto entre como era antes y quién es ahora.
Mientras le conocemos vamos identificando su personalidad, como siendo amable y tranquilo no pertenece al arquetipo moralista/predicador, tiene graciosas intervenciones y una astucia más cercana a un trabajado sentido común que a una inteligencia o previsión equiparables a un sexto sentido. En compendio, el protagonista es entretenido y agradable, no será una innovación más si la ejecución correctamente funcional.
Lo mismo con los personajes secundarios, conforme se va desarrollando la historia va conociendo nuevos aliados que serán o no sus súbditos, aunque Rimuru los ve más compañeros o amigos. Todos carecen de profundidad o dimensionalidad, están construidos y actúan conforme a una sola actitud, como maestro, protector, servicial, leal o Milim. Podría ser una falla pero es beneficioso a la obra porque está jamás pretende ser más de lo que aparenta. Desde el primer capítulo donde un Slime discute con un todopoderoso dragón Tsundere, queda claro que la historia no intenta convertirse en el audiovisual definitivo y reflexivo, es sólo una cálida aventura sobre cómo un Slime cambio al mundo.
Si se acepta tal enfoque seremos beneficiados con enérgicos personajes que evitan estancamiento en el ritmo, siempre interviniendo cuando es orgánico que lo hagan. Tienen la presencia necesaria para calificarlo como todo un grupo de amistades, eso sí, hay algunos que aparecen menos tiempo del debido y casi parecen estar metidos a calzador.
Aunque sea una tranquila aventura eso no da aval para ser perezosa, y afortunadamente la obra siempre está en movimiento. La mayor falla es carecer de un villano a la altura para capturar la atención nuestra y de Rimuru, porque sólo iremos conociendo pequeños antagonistas que se irán convirtiendo en aliados momentáneos. De todas formas, Tempest siempre está atento a nuevas amenazas y en línea a la mejora de las defensas va explorando el mundo, logrando una gigantesca expansión del terreno.
El mundo es hasta ahora una isla dividida en reinos con marcadas diferencias entre los mismos, desde la arquitectura, hasta sus habitantes o tipos de gobierno. El sistema mágico también es consecuente a lo variable del mundo, teniendo espíritus, armas que suben el poder, habilidades secretas, subidas de nivel, todo un gigantesco sistema típico del Isekai, sin tanta estructura que le rija.
La falta de formalidad también resulta positiva porque beneficia al combate, con las estrategias que reúnen los distintos tipos de magia se crean vistosos movimientos conjuntos. En tal libertad sigue existiendo una palpable lógica, como los personajes a nivel individual evolucionando acorde a lo que deberían ser o serían capaces de hacer. Podrá no ser el sistema más consistente pero está lejos de ser aburrido o funcional a secas, es el ideal para absorberse en las escaramuzas.
La mencionada simplicidad de sus personajes no confiere que carezcan de momentos propiamente dramáticos, si bien son bastante pocos es precisamente por su escasez que logran destacar y le dotan un poquito más de peso a la narrativa. Lo suficiente para dar ciertas metas u objetivos, y definirles un poco mejor.
En últimas es satisfactorio. Todos los elementos están dirigidos hacia esa satisfacción y disfrute del espectador, los personajes simples pero entretenidos y capaces de tener sus momentos, un protagonista sin egoísmo o vanidad sólo queriendo lograr un mundo mejor, sistema mágico expandible y acomodable, un mundo lejos de la complejidad sin caer en la absoluta simpleza, todo encandilado al sentido literal y visual del progreso, al nacimiento de una nación.
El estudio es 8bit cuyas obras de mayor relevancia son la adaptación de la VN de Grisaia y Yama no Susume, actualmente emiten Hoshiai no Sora (que ha logrado adquirir una valorable popularidad), además de que se encargará de la esperada segunda temporada de Mahouka Koukou no Rettousei (si, también pensaba que sería Madhouse). Así que no estaríamos errados al afirmar que este isekai del Slime ha sido su mayor éxito hasta la fecha, al punto que tenemos confirmada una segunda temporada.
Yasuhito Kikuchi es el director, desvinculado a algún estudio en específico, director de un puñado de animes aunque ninguno fuese un hit (y tampoco los he visto como para referirme a la trayectoria). Similar al estudio, la labor que ejerció en Tensei le ha popularizado, y no es para menos. Tomando en consideración las 3 fuentes originales (webnovel, novela ligera y manga) logró encontrar la vía necesaria para dar con una nueva dirección capaz de rememorar a las inspiraciones a la vez que es distinta.
La vistosidad del manga, la rapidez de la novela ligera y la creatividad de la webnovel, reunidos en la dedicación de plasmarlo en animación. Las principales vertientes optadas fueron el uso de una variada y nutrida paleta de colores, fondos reconfortantes más que simples, valerse de lo que mejor pudiera del capacitado equipo de animación, a la vez que exalta la pasividad.
Punto logrado tras punto logrado, con un nivel que le vale mi consideración como uno de los programas con mejor equipo de producción de los últimos años. Desde el primer capítulo deslumbra la preciosa selección de colores, fueran personajes, objetos o el fondo, la composición nunca aburria. Si bien esta excentricidad fue rebajada en los consecuentes capítulos, no disminuyo el correcto uso, los nuevos personajes, ciudades y preciosos efectos inherentes a la batalla, sean llamas, rayos, reflejos o explosiones, una fluidez y fuerza poco frecuente, maravillosa de ver y oír.
La animación tan vivida desde las expresiones de los personajes, sus movimientos y el cómo interactúan con sus alrededores, agregado al respectivo cambio una vez entran en modo batalla. De verdad quiero seguir deshaciéndome en halagos pero creo que se ha captado la idea, sólo puedo repetir, es maravilloso como luce todo, en las caminatas más simples hasta la batalla más encarnizada, excelso trabajo de 8bit en reunir a tan talentoso equipo, y de Kikuchi en sacarle el mejor provecho.
Sólo quedan 2 aspectos que no quiero saltarme en absoluto, en primer lugar, la importantísima labor de Ryouma Ebata. Encargado del diseño de personajes, al que define como la fusión de los estilos de la novela visual y el manga teniendo en vista un modelo que facilitara a los animadores, director de animación del segundo Opening (para allá vamos) y jefe general de la animación. Su estilo es reconocido en la comunidad Sakuga por el realismo, es a esta visión en concordancia con el director a quien le debemos las espléndidas “formas” de la serie.
El otro aspecto es algo tan extraño que debería ser a estas alturas tan común que se siente así de contradictorio mencionarlo como una sobresaliente cualidad, el trabajo del CGI. De un tiempo a esta parte el CGI ha cobrado más y más importancia por las claras ventajas, el problema ha sido su cercanía al valle de lo inquietante, en vez de la supuesta funcionalidad. Sin ir más lejos, tuvimos la armadura del Goblin Slayer en la MISMA temporada, así que se comprende como es una técnica digna de ir a Kyoto a enfrentarte a tu maestro.
Pero completa, afortunada y gracias a los dioses (animadores) Tensei logra ser uno de los mejores ejemplos sobre como debería ser utilizado. Para grandes poblaciones, preferiblemente en grandes planos (sin abusar), con modelos trabajos, movimientos toscos correspondientes al monstruo donde lo están utilizando. Aciertos que no entorpece el perfecto refinamiento en los demás apartados (lo escribe mientras mira de reojo a la Overlord S3).
La banda sonora es de Elements Garden, sigue la típica estela isekai con las melodías de fantasía y aventura que tanto pegarían en algún videojuego, es variada, con piezas designadas a las distintas fases y lugares de la historia, nuevamente, nada muy memorable pero lejos de ser imperceptible.
Respecto a los Seiyus quiero destacar a Miho Okasaki, nada más ni nada menos que un talento que lleva poco tiempo en la industria ¡Encargada de la voz protagonista! Así es, el mismísimo Rimuru. Sin duda el gran encanto del personaje se lo debemos a su sobresaliente labor, una tierna y segura voz. Ninguno de los secundarios se queda detrás, el entero atractivo de sus personalidades se la debemos al gran trabajo del equipo Seiyu (bastante variado, desde novatos hasta veteranas como Rina Hidaka).
Su primer Opening “Nameless Story” es bastante decente HASTA QUE LLEGA EL SEGUNDO “Megurumono”, no es porque sea pegadizo o épico, sino emocional y muy bien construido. Excelente inicio, presentación visual de cómo se siente ahora los personajes, vistazos a lo que pasará y un cierre con todos, es simplemente perfecto. Ambos endings también son buenos, ninguno particularmente sobresaliente pero a concordancia con la obra.
Si, efectivamente, estoy completamente a bordo del tren del Hype por la segunda temporada, el sólido inicio tanto en narración como animación me brindan alicientes de sobra para seguir atento por la continuación, si hay un algo que de verdad espero es la inclusión de un antagonista a la altura, la serie lo necesita con urgencia. Encandilado e ilusionado (además de esperanzado, tengo entendido que la webnovel está finalizada), un isekai capturó mi corazón, estaré completamente a su disposición.
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