Akira pertenece a la cúspide del anime, generalmente está presente en cada top sobre las películas más importantes no solo del medio sino de la animación. Es sin duda un clásico entre clásicos, pero yo nunca recomendaría verla únicamente por la historia, y no porque sea mediocre ni mucho menos. Es una trama interesante que cuenta con personajes bien definidos, pero que a mi juicio no se terminan de desarrollar, la culpable es el mismo formato que le resta fuerza (dura un poco mas de 2 horas). Si buscas una crítica social completa leed el manga (6 tomos). En cambio recomiendo Akira a quienes aprecian la animación apabullante, dirección magistral y en especial la (des)(re)construcción del mundo.
El 16 de Julio de 1988 una bomba estalla en Tokyo, solo se observa una luz brillante que ahoga cualquier ruido. Esta es la secuencia inicial de Akira, la adaptación cinematográfica más que enfocarse en el chico homónimo o Tetsuo, es una alegoría de Japón. Su contexto político utiliza el mismo trasfondo que la mayoría de obras futuristas de la mitad del siglo pasado, la derrota japonesa. La completa victoria de los aliados frente a un país japonés que apenas se consolidaba y soñaba con formar su imperio, lastimando irreversiblemente al orgullo nacional.
Este contexto ha venido evolucionando, diversas obras contemporáneas lo utilizan como trasfondo directo o referencial (Code Geass, Zankyo No terror, Ghost In The Shell Shadow and Complex). Akira marco la pauta siendo una representación temprana y cruda de las consecuencias de la derrota. Para retratar a Japón utiliza a una sola ciudad, la destruida en su primer plano, Tokyo.
Es evidente el paralelismo de la bomba nuclear destructora de Tokyo con las de Hiroshima y Nagasaki, así que avancemos de toma. La segunda secuencia es una batalla entre bandas, Las Capsulas vs Los payasos, nuestros protagonistas Tetsuo y Kaneda pertenecen a la primera. Contrastando con la presentación común de muchachos orgullosos o altivos infiriendo un aire de héroes, aquí no se cortan al presentarlos como delincuentes. Les conocemos en un bar de barrio bajo, en el local no vemos compañía especialmente agradable, mientras de fondo suenan las noticias pasando reportes de protestas frente al desempleo masivo, nada aquí es motivo de orgullo.
La representativa moto es un símbolo del progreso (tecnología de punta) dispuesto al mal uso (la utiliza un joven pandillero). La persecución entre calles nos muestra una urbe totalmente modernizada, llena de luces, edificios enormes y vías principales anchas, esta ciudad es NeoTokyo. A la vez está profundamente dividida entre estratos sociales, personales y jurisdiccionales, la población es indiferente a las pandillas, viven sumidos en sus propios problemas. La reconstrucción es meramente estética, el país sigue roto.
Ahora aclaremos el por qué de la actitud de nuestros protagonistas, es malo ser pandillero pero aquí es el único medio de escape, no encajan en ningún otro sitio, es irónico (?) que una ciudad tan avanzada no les brinde un espacio. Esta inutilidad está presente en todos los escalafones, el gobierno está profundamente impregnado por la corrupción, sus dirigentes están entre el despotismo y el desinterés.
A tal punto llega nuestro desdén por el gobierno que no condenamos la toma de poder del general, hasta la percibimos como un cambio necesario, en otras palabras el espectador está de acuerdo a l golpe militar. Y para puntualizar, las protestas son un escenario constante en la película, son recordatorio de la ciudad iluminada cuyos habitantes viven en oscuridad.
Y puede que esto se vea inspirado en la realidad, siendo precisos en Los juegos olímpicos de México de 1968 (en la película NeoTokyo será próxima sede), en la llamada masacre de la plaza de las Tres culturas de Tlatelolco, el cruel intento del presidente Gustavo Díaz en reprimir las protestas encomendadas por el movimiento estudiantil. Este hecho se fue conociendo en el pasar de los años, marcando un duro contraste para un mundo que creía celebrar una fiesta deportiva sin saber que sus habitantes eran subyugados.
Regresando a la convulsionada NeoTokyo, los gobernadores son solo una ficha de otros actores, quiénes buscan a toda costa una nación eterna. Es arduamente conocido el efecto de la segunda guerra mundial en las investigaciones científicas, durante 7 años la inventiva humana trabajo de manera más creativa y efectiva sobre cómo hacer daño al congénere, así cada potencia enfoca su guerra fría en desarrollar primero que nadie cualquier tecnología que pareciera magia.
Japón es un país netamente influenciado por el progreso y la religión, la mayoría de sus corrientes autóctonas en su vertiente más pura es casi mística. He ahí la lógica del equipo científico quienes buscan desarrollar la telequinesis, supe fuerza, indestructibilidad, como unas de las características del súper-soldado.
Para lograr la victoria pagan con vidas inocentes, y de nuevo no es solo ficción, hay numerosas pruebas bien documentadas donde explican cómo son los niños han sido objeto de experimentación. Esta es la representación más escabrosa del ser humano en su afán por conseguir la victoria, utilizar al más puro de los inocentes para el más cruel de los propósitos.
Y tal cómo la lógica prevé, quien juega con fuego se quema. El poder mayor al que fingen entender, se descontrola y ataca. La búsqueda de Tetsuo por el Akira original no es solo adorno narrativo, es esencia de buena construcción y representación, es reflejo de una idea temática, la búsqueda por augurar el futuro solo acarrea el desentierro del pasado condenando al presente.
El final de la película ya lo debemos prever, regresamos a la secuencia del principio, Tokyo destruyéndose pero esta vez es NeoTokyo y la culpa ha venido desde dentro, quiénes intentaron reconstruir cegados por su orgullo y pasado. He aquí la razón del porque considero Akira como una obra maestra, es la crítica de Katsuhito Otomo a las corrientes japonesas empeñadas en restaurar una ideología ya oxidada, pero este carácter es atemporal y gracias a sus numerosas referencias no se rige solo a Japón, es Roma en ruinas, Gran Bretaña derrotada, Neo Tokyo (símbolo del progreso) destruida.